La pauta respiratoria determina la carga energética en el cuerpo. La profundidad, el ritmo y la extensión de la onda respiratoria traza los matices de la sensibilidad, la vitalidad y los afectos. La respiración sigue el pulso de la corriente endodérmica, la capa más profunda del metabolismo, la más orgánica y primaria. Esta corriente recorre los espacios oscuros y hondos del cuerpo, el abdomen y su triperío, los jugos, líquidos, hormonas y sangre que circulan, yendo y viniendo con información, estimulación, emociones. Espesura de las interioridades opacas, mudas e inaccesibles. La cualidad respiratoria devela el hábitat que nos resulta más familiar en tanto escenario somático. Cuando es superficial, por ejemplo, estamos en los bordes, en las extremidades, moviéndonos de un lado a otro. Ansiosos, inquietos, aéreos y mentales. Poco contacto, más sensorialidad y menos sensación de centro, mucha data y palabrerío. Si es profunda y lenta, el cuerpo se ablanda, se abre y responde a las se