Centramiento / Hara


La cualidad de lo profundo como dimensión del ser, es la cualidad del agua.
Adentro y afuera.
 Exploraciones en Centramiento, el anclaje en las memorias del agua.
Abordamos Swadhistana, Centro lumbo-sacro, Yesod: el fundamento.


En la tradición de la cábala, este centro (Sephirot Yesod) es El fundamento. En él reside el germen de nuestra esencia en el plano ontológico. Correlativo en el plano orgánico, en este centro se alberga nuestro poder creador, creador de vida en el plano físico a través de la procreación; creador también en el plano simbólico a través de todo lo que traemos al mundo desde nuestro deseo.


El ser es atravesado aquí por la "respiración genital" dirá Souzenelle en su trabajo El Simbolismo del Cuerpo Humano. Aquí el hombre y la mujer "respiran" su verbo (su potencia vital), son tomados por lo desconocido de sí mismos y a lo que deben "descender" para conocerse profundamente. Descender, desde los planos concientes, hasta los arquetipos femeninos de lo profundo, del inconciente, los arquetipos del agua. El lado sombra en términos junguianos.


El agua como elemento-símbolo de este trabajo en centramiento nos convoca a la percepción de las emociones en tanto movimientos que nos recorren constantemente, que modifican nuestra forma, esculpen nuestras formas de experimentar, enriqueciendo o ensombreciendo el saber instintivo.
Éste, permite que el intelecto se deje atravesar por lo numinoso para ser fecundado por los gérmenes de conciencia que pertenecen al plano del Eros en tanto sustancia-energía "madre". Estas "semillas" son portadoras del Nombre (nuestra potencialidad como humanos), de las que las "semillas" orgánicas son su símbolo.


Desde la mirada psicoanalítica, este centro nos remite a la genitalidad, no meramente en el plano de la sexualidad genital, sino fundamentalmente en el plano psíquico, lo que implica una integración de experiencias libidinales anteriores (en relación a los arquetipos de lo femenino más primitivos), más primarias en relación al otro, hasta llegar a la genitalidad como la posibilidad del sujeto adulto. Esto implica reconocer el propio deseo, desidentificarse de mandatos y modelos introyectados y atravesar las frustraciones y las limitaciones que el afuera/el otro inevitablemente nos trae. Tiene que ver con la constitución del sujeto sexuado, es decir que asume una posición sexuada, lo que implica una posición en relación al deseo que lo recorre.
Este centro por tanto, nos pone en contacto con el profundo pulsar inconciente en nosotros, esa marea que se trasluce en nuestras motivaciones, en lo que nos conmueve, en lo que nos vitaliza, en lo que nos condiciona.


En términos del conocimiento del Yoga, este centro es denominado Swadhisthana, el chakra regido por la Luna (símbolo del plano inconciente, del psiquismo) y por el elemento agua, regente del plano de las emociones y la vida psíquica. Aquí reside la experiencia del placer como experiencia del ser. El placer es entendido en toda su potencialidad trascendente ya que nos abre, a través de su fuerza magnética y disolvente, a experimentar estados que trascienden la individualidad y que son precursores de niveles superiores de trascendencia. El orgasmo, como clímax de lo placentero, es un momento de abandono del yo, un estado de fusión con la existencia (disolución en las aguas), en el que se experimenta la disolución de las fronteras individuales y se experimenta fugazmente la unidad. Por eso se lo llama la petite mort, la pequeña muerte, en tanto muerte del yo. 


La forma en que vivenciamos nuestra relación con el placer, tendrá raíces en los momentos tempranos en relación a las primeras figuras de amor y cómo se fueron atravesando los diferentes estadios de consolidación en relación al deseo y al disfrute. La capacidad de gratificación y de sentirse satisfecho del sujeto, en el amor y en la vida, reside en las experiencias relacionadas a este centro.
El movimiento es su característica fundamental. Así como las aguas están en un continuo fluir, asimismo las emociones son mareas que se desatan en nosotros, nos atraviesan, aportan información, despiertan sensibilidades, abren comprensión con su propia inteligencia  y pasan. Con su fluir, purifican y renuevan al ser, bañándolo con su saber ancestral. Cada vez que nos negamos a sentir, empobrecemos nuestra capacidad de experimentar la vida con plenitud.    


Desde la mirada de la Bioenergética, abordar este centro nos permite entrar en contacto con la fluidez (en polaridad con la rigidez) como posibilitadora de sensaciones, apertura y entrega a la experiencia presente. 
La pelvis funciona como un embalse de energía (al igual que la cabeza), allí se acumula para ser distribuida por todo el cuerpo o se prepara para la descarga. Cuanto mayor capacidad tenga la pelvis de abrirse a la carga energética, cuanto mayor sea su capacidad de sostener el pulso vital, más placentera será la experiencia, más total. Esta capacidad de sustentar la carga de energía depende esencialmente de la flexibilidad articular y la tonificación muscular de abdomen y pelvis.
Cuando la pelvis está relajada, da al sujeto una firme sensación de centro, de fuente contenedora que lo sostiene y se habilita un contacto más fluido con el centro bajo y su relación con el suelo. 
Cuando la pelvis está rígidizada, la capacidad de experimentar placer se ve severamente reducida, hay pérdida de sensibilidad y se ve mermada la gama de movimientos del cuerpo, los que se reducen considerablemente. Estos comienzan a ser mucho mas superficiales y mecánicos, más controlados por la rigidez caracterial que por la sensibilidad corporal. El organismo funciona con bajos niveles de energía o la utiliza de forma compulsiva en detrimento de la sensibilidad y el disfrute.


La forma del cuerpo y la posición de la pelvis en relación al mismo, denotarán la actitud del sujeto frente al deseo y el placer como ejes esenciales de la subjetividad. A veces notamos una clara diferencia entre la parte de abajo del cuerpo y la de arriba, lo que indica  tendencias contrapuestas en el carácter que no han podido encontrar posibilidad de síntesis. Esto se ve en sujetos cuya pelvis y piernas son delgadas y rígidas y su torso y hombros son anchos y gruesos, esto es más común en hombres que en mujeres pero puede darse también en éstas. Por el contrario, en otras ocasiones, observamos una parte baja del cuerpo blanda e hinchada y una parte alta, delgada y firme. 
El movimiento como rasgo de sensibilidad, las formas de gratificación, de experimentar placer y relajación, la apertura al juego y el disfrute, la autoexpresión creativa, son todas manifestaciones de este centro.


Por lo general, este centro contiene gran carga emocional, memorias en relación al placer y experiencias tempranas con las figuras de amor. Abordarlo implica profundizar en la relación con el deseo en tanto pulso vital, en la propia emocionalidad y en las formas en que experimentamos nuestra naturaleza sensual y amorosa. 




Om Shanti

Victoria

Cuerpo, psique y arquetipos

Exploraciones sobre subjetividad, arquetipos, corporalidad y movimiento.

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