Tono muscular


"¿Can one expect a knight in armor to dance a waltz? 

A. Lowen


¿Puede uno esperar que un caballero en armadura baile un vals?



Dentro de los indicadores fundamentales con los que se trabaja  en el abordaje psico-corporal está el tono muscular, ya que trasluce el grado de control que se ejerce sobre la corriente emocional. 

Aquí aparece un gradiente de posibilidades que, de extremo a extremo, van del hipotono al hipertono.

En términos generales podemos decir que, todas las personas tenemos un abanico de tonos musculares a través de la extensión de nuestros cuerpos. Habrá zonas hipotónicas, otras con un tono saludable y otras hipertónicas, rigidizadas.  En otras palabras, hay espacios corporales altamente acorazados y otros débilmente acorazados, dependiendo de la plástica corporal de la subjetividad singular.

Nuestro cuerpo no es evidente, es un territorio que, a manera de capas arqueológicas, narra el juego de fuerzas y afectos que lo atraviesan.

Durante el desarrollo evolutivo natural, podemos observar la paulatina maduración muscular que implica la construcción de las diferentes posturas corporales. 

El tono del cuello para sostener la cabeza.

El tono de los largos músculos de la espalda que logran consolidar la postura erguida.

El fortalecimiento de brazos y piernas para lograr el gateo y luego, la gran conquista de la verticalidad para más adelante aprender a caminar. 

Todos estos mojones evolutivos requieren un progresivo control del tono muscular para lograr que el cuerpo responda a los impulsos de movimiento y direccionalidad, es decir, para que el cuerpo obedezca las órdenes del yo en desarrollo. En el inicio, los movimientos del bebé son descargas directas sin coordinación, con patrones típicos como los movimientos natatorios con las piernas.

El desarrollo motor es, en los inicios de la vida, indicador esencial de la vitalidad y salud del infante. El despliegue esperable tiene tiempos específicos para cada logro del niño. Cada alteración en estos tiempos,  denotará que el desarrollo está encontrando impedimentos a su natural curso.

Dentro de los aprendizajes que marcan hitos en el desarrollo y que se relacionan también al tono muscular, encontramos el control de esfínteres. Aquí observamos la trasmisión de una pauta cultural que ejerce un contralor sobre las funciones orgánicas de evacuación. La respuesta del otro en forma de aceptación y reprimendas irán pautando la actitud del niño frente a su necesidad básica de eliminación dentro de un contexto de "adiestramiento".

La musculatura del esfínter y todo el tracto intestinal es, en tanto zona altamente afectada por el estrés y las emociones, un procesador tanto de la materia de desecho como de emociones primarias derivadas del miedo. La retención o la evacuación, son los dos aspectos de esta dinámica que se expresa en lo material del cuerpo pero también en lo emocional, vincular, expresivo, conductual. Dependiendo de la atmósfera que rodee este aprendizaje, surgirán ciertos rasgos caracteriales vinculados con la expresión/retención de ciertas emociones en relación al control, la rabia, la sumisión y la autoridad.

La musculatura captura los impulsos (que circulan a manera de corrientes por el cuerpo), endureciéndose para impedir su salida a través de la descarga motora. Así, todo músculo espástico, es un músculo en guardia, defendiéndose tanto de impulsos internos como de posibles ataques externos. 

Para no sentir, contraigo. En particular, se contrae el abdomen endureciendo el diafragma que mantiene divididas la zona baja del cuerpo (pelvis y abdomen) de la zona alta (tórax, pecho y cabeza).

Para no expresar, contraigo. Especialmente los músculos del cuello y la garganta, el maxilar y los labios, los músculos de la cara.

Para defenderme, contraigo. Particularmente los músculos de los ojos, la nuca, los hombros, brazos y espalda, los glúteos y el suelo pélvico.

Cuando la contracción se hace crónica, se ejerce de manera involuntaria. La desconexión con las emociones se instala como rasgo de carácter. Se pierde el registro de la distensión de los tejidos. La expresión, el placer, la relajación, se vuelven inaccesibles. El sujeto queda atrapado en su propio acorazamiento que le impide, tanto la expresión (exteriorizar su sentir) como la introspección (percibir su sentir profundo). 

En el caso del hipotono, es decir, aquellas zonas débilmente cargadas de energía, distendidas y blandas, opera un proceso de retirada, como si la conciencia no reclamara esa parte del cuerpo como propia. Hay una suerte de enajenamiento, de pérdida de contacto con esos espacios hipotónicos. Al igual que en el hipertono pero por vías opuestas, la falta de carga que vuelve al músculo débil e inerte, hace que esa zona pierda sensibilidad pero no por endurecimiento sino por "adormecimiento", por falta de circulación energética. 



Om Shanti

Victoria

Cuerpo, psique y arquetipos

Exploraciones sobre subjetividad, arquetipos, corporalidad y movimiento.

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