Inercia

 La fijeza en los hábitos deviene fijeza perceptiva.


La fuerza inercial anida en el cuerpo, en el sistema nervioso, en las formas de sufrir y de gozar (hay goces alegres y goces tristes).

Esa inercia, en tanto resistencia al movimiento en sentido amplio, degrada la energía hacia la compulsión (lo que hago siempre de cierta forma porque no puedo evitarlo, una fijeza del qué y el cómo) y la descarga (adicción a estímulos/satisfactores inmediatos).

A mayor inercia, menor libertad.

Cuanto mayor la necesidad de gratificación, menor es la autorregulación organísmica. 

La procura de estímulos fuertes denota un profundo entumecimiento de la sensibilidad.

Un cuerpo vital tiene una plástica amplia, va de la blandura a la firmeza, del cierre a la apertura, del trabajo al descanso, de la relajación a la actividad, con armonía, fluidamente. Responde a la experiencia presente, no está tomado por la defensividad. Atraviesa la polaridad placer-esfuerzo con liviandad, no se fija en exceso en ninguno de los dos extremos, bascula entre ambos.

Pulsa vitalidad.



Geometrías  y territorios de la psique.


Victoria

@psicologiasomatica



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