Fluidez

 La fluidez, como cualidad energética, se encuentra en relación a la rigidez. Ambas implican el movimiento en tanto dimensión vital.

En la fluidez hay apertura y continuidad del movimiento. En la rigidez, hay resistencia, endurecimiento, enlentecimiento y, en el extremo, detención.

La primera necesita relajación y entrega, la segunda implica tensión y control.

Son un pulsar constante de apertura y cierre, apertura y cierre. En ningún caso son absolutas en el plano de la subjetividad.

La fluidez a nivel corporal denota un cuerpo permeable y resonante, con capacidad expresiva y sensibilidad sensitiva y, por ende, emocional. La plástica tiende a lo blando y sensual. Hay ritmo, cadencia y disposición al placer.

La rigidez, desde el extremo opuesto, marca formas firmes y fuertes. Dureza que perdura en posturas corporales/vitales. Poca resonancia porque el borde es grueso y fijo, lo que lo vuelve menos sensible a lo externo. La energía se mueve en líneas rectas, altamente dirigidas (más por la mente que por las sensaciones, lo que enfría la sensibilidad del cuerpo) diferenciando una cosa de la otra, discriminando. La plástica corporal es tensa, cargada y seca.

En el plano psíquico, la fluidez y la rigidez delinean la gama de emociones que se experimentan, sus tonalidades y sutilezas y la capacidad de expresarlas, contenerlas y dejarse atravesar por ellas.

El movimiento, en tanto dimensión de lo vital, nos propone un ciclar constante en el que vamos posicionándonos, a veces más fluidamente, otras con mayor rigidez, en diferentes roles, posturas y espacios vitales. 

Dimensión ineludible del devenir constante.



Victoria

@psicologiasomatica




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